PAYSANDÚ INTERIOR
El orgullo de pertenecer a una escuela rural.......
los alumnos del segundo y tercer nivel.. Como ocurre con el resto de las escuelas rurales del departamento, la 31 de Sauce de Buricayupí, es un referente importante en la zona en la que está ubicada. Tiene su propia canción, “En blanco azul y verde” – una hermosa melodía – creación de José María Brunini. Las maestras y los alumnos trabajan por tener su propio escudo y los niños sueñan con poder contar con juegos infantiles para los recreos.
El 11 de setiembre próximo cumplirá 103 años. Sus orígenes se remontan en el paraje Celestino. En esa época era una escuela unidocente con muy pocos alumnos. En 1917 la trasladan a un terreno propiedad de Teruel González. Era una construcción de techos en junco y paredes en piedra. Recién en 1934 comenzó a funcionar en un local donado por el esposo de la primera maestra, un vecino de apellido Damiano.
El establecimiento no pertenece a Primaria, y si bien la estructura fue concebida para que funcionara una escuela, en 1998 el edificio fue reacondicionado, ampliándose el salón comedor para atender a una mayor cantidad de niños. Cuenta con 2 aulas, 1 salón comedor, cocina, dirección y dormitorio para el maestro.
La evolución de la matrícula se mantiene, contando actualmente con 23 alumnos. Según el Monitor Educativo, a esta escuela concurren chicos de familias con un contexto socio cultural muy desfavorable. Esta situación incide en la asistencia de los niños y si bien las docentes visitan los hogares, resulta muy difícil cambiar esta situación. Son familias muy numerosas con hasta de 12 hermanos.
Uno de los alumnos recorre 7 kilómetros a caballo para poder cumplir con las clases, mientras que otros hermanitos lo hacen desde más lejos, del paraje Campamento en ómnibus. Existen familias de 12 hermanos, de los cuales 6 van a la escuela y cuando faltan dejan los grupos con baja asistencia. En tanto, la mayoría concurren desde el paraje La Cuchilla. El contexto incide en el aprendizaje de tal forma que – a través del presupuesto participativo – la escuela contará con el apoyo de un psicólogo y un asistente social. En algunos casos son promovidos de clases por extra edad. El área de la salud está bien atendida y en tal sentido la escuela cuenta con un recinto reservado para la asitencia médica con la atención del doctor Carlos Campero. A su vez y periódicamente este médico brinda charlas sobre educación sexual y otros temas vinculados a la salud. El lugar donde atiende las consultas, está acondicionado para la atención de los pacientes. El programa de salud bucal, terminó el año pasado con un estudio de sanidad bucal en los niños, y retomará en diciembre para continuar. En tanto los vacunadores del centro de salud concurren 3 veces al año.
Todos los años cambia parte del personal docente y ello no favorece al normal desarrollo del ciclo. La televisión satelital en los hogares ha influido positivamente en el vocabulario de los niños. Utilizan ciertos vocablos que sorprenden gratamente a las maestras, y a contra partida de lo que puede ocurrir en las ciudades con esta tecnología, ha generado mejoras importantes en la oralidad.
La maestra directora – Rosa Costanzo – asegura estar convencida que prepara a sus alumnos para que en un futuro puedan salir con un oficio y tiempo más tarde puedan volver a la zona y aplicar lo aprendido.
“Hace 14 años que soy docente acá y lucho para que los habitantes del medio rural no emigren hacia otras partes. Lucho por la escuela rural, que no es lo mismo que la escuela urbana. Para mí es mi segunda casa. Por estos lugares la escuela cumple un rol que va más allá del aspecto estrictamente curricular. La escuela es el referente para la familia, un motivo de consulta permanente por los temas más diversos”.
La directora cuenta con una comisión fomento y de apoyo vecinal en las cuales los padres colaboran con el personal docente y la escuela. Viviana Cantos es la otra docente, mientras que el equipo se completa con una auxiliar de servicio.
GRACIAS RICARDO CATTANI, PERIODISTA DEL DIARIO EL TELEGRAFO Y
AMIGO DE ESTA CASA DE ESTUDIOS!!!!
Alicia Duccace Gerfau,
busca un futuro mejor
MAMÁ DE LUCIANO, ALUMNO DE INICIAL 5-
Imaginar un futuro mejor es el permanente desafío que mueve a muchos de los habitantes del interior rural del departamento. Esta es la historia de una mujer que sueña lo mejor para sus seres queridos y para ella. Nació y se crió en el paraje Campamento, lugar también conocido por La Bolsa: lo llaman así, porque tiene una sola entrada. En el lugar solo viven 4 familias, pero como otros tantos lugares del interior, contó con más habitantes.
Alicia Duccace Gerfau (35), es la menor de 12 hermanos. Casada con Carlos Alfredo Laborda son padres de Luciano (5) y Matías (16).
Alicia cursó hasta sexto año en la escuela 31 de Sauce de Buricayupí y a diferencia del resto de sus hermanos – que se fueron en busca de nuevos horizontes – se quedó al cuidado de sus padres, no tuvo la posibilidad de seguir estudiando. Hace 6 meses que falleció su madre y quedó a cargo de su padre. Aceptó contarnos parte de su vida, de su pasado, de su presente y cuáles son los sueños que quiere transformar en realidad. La familia está permanentemente presente en su relato y cree en poder construir un futuro mejor.
“Yo quería que mi hijo mayor siguiera una carrera en la escuela agraria de Guaviyú, pero no quiso estudiar y hoy trabaja en estancias. Deseaba que tuviera acceso a otras posibilidades, porque no quiero que muera solo con el campo”. Alicia confiesa que “le encanta el campo, pero se quedó a vivir en él porque tuvo que cuidar a su madre. Contó con posibilidades de emigrar, pero se quedó, aunque por momentos siente deseos de marcharse. Con esas ganas de superación se inscribió en el plan de viviendas de Gallinal, salió sorteada, pero sus padres no se querían trasladar y tuvo que renunciar. “Todo eso me ató mucho. A veces me provoca cierta angustia. Por momentos me quiero ir. Quisiera poder acceder a mejores condiciones y tener agua potable o electricidad. No pido lujos, pero quiero mejorar. Por ejemplo, el camino que conduce hacia mi casa es un sendero de tierra y tiene muchos bajos y hubo épocas en las que no se podía entrar ni en carro ni a caballo. Los días de fuertes lluvias nos condicionan la entrada y salida. Quiero tener trabajo y poder salir adelante. Hay momentos en los que pienso que me gustaría tener otras posibilidades, quiero seguir y no quedarme aquí. Si bien mi esposo trabaja, los ingresos no alcanzan, es solo para comer y sobrevivir y sueño con algo mejor para todos nosotros, porque los dos somos jóvenes y tenemos dos hijos y lógicamente queremos lo mejor para ellos también. No quiero morir como zafrera en la naranja”. Esta joven madre afirma que “si llegara a conseguir un trabajo en la ciudad no dudaría en irme. Hay momentos muy duros para mí. Mamá falleció y mi padre es enfermo crónico, y si bien no paso mal, quiero algo mejor. Lograr ciertas comodidades, poder contar con agua corriente y no tener que acarrear agua en baldes. Por eso hay momentos que me entrego, pero intento buscar lo mejor. Aquí los inviernos son duros. Ahora me dedico a traer a mi hijo más chico a la escuela. No me animo a venir en moto por el estado de los caminos y vengo a pie, aunque a veces consigo que alguien me acerque en vehículo hasta la escuela”.
ESTAMOS FELICES CON ESA NOTA Y ORGULLOSOS DE NUESTRA ESCUELITA Y DE NUESTRA ZONA
LOS NIÑOS.....